domingo, 15 de mayo de 2011

Del 'Acuerdo del Plaza' al 'Escándalo del Sofitel'

15 MAY 2011 04:36

El Sofitel de Times Square es uno de los hoteles con una entrada más surreal que quepa imaginar, porque, al llegar a él, uno se encuentra con el ascensor. Sólo cuando ha subido uno o dos pisos—escribo de memoria y desde Washington—se llega al vestíbulo. Un vestíbulo que es también notable porque uno oye, frecuentemente, hablar más en francés que en inglés.

El Sofitel está como a unas quince calles del Plaza, un hotel que juega un papel trascendental en la historia moderna de la economía mundial porque en él se firmó en 1985 el Acuerdo del Plaza, en virtud del cual Japón accedió, bajo presión estadounidense, a apreciar su divisa. Un acuerdo en el que para muchos Tokio cometió suicidio económico. Entre quienes creen eso están muchos chinos, que ahora se niegan a que Pekín aprecie su divisa significativamente a pesar de las presiones estadounidenses.

Ahora, todo indica que el Sofitel va a hacer también Historia en el ámbito de la economía, aunque de una forma distinta, que el Plaza. El arresto de Dominique Strauss-Kahn (conocido familiarmente como DSK) por la presunta violación  de una empleada del hotel va a dejar huella. Y muy marcada.

De hecho, si escribiera aquí las historias que circulan en Washington acerca de la vida sexual de DSK necesitaría una enciclopedia. Pero esas historias pertenecen a la vida privada del virtual ex director del FMI, ex candidato a la presidencia de Francia en 2012 y último europeo que dirigió el Fondo.

Aunque algunas, de hecho, son públicas. Strauss-Kahn ya se vio sometido a otro escándalo sexual en 2008, cuando tuvo que admitir un “comportamiento impropio” con una empleada de la institución con la que aparentemente tuvo lo que técnicamente podría denominarse como un rollo de una noche.

En aquella ocasión no hubo ninguna constancia de ningún delito o ruptura de las normas internas de la institución por conflicto de intereses. Ahora, sin embargo, la detención es uno de esos escándalos de los que probablemente ni siquiera un superviviente y luchador nato como DSK sale indemne, salvo que se demuestre que todo ha sido un montaje. En cuyo caso estaríamos frente a un escándalo de otro tipo.

La más que posible salida de escena de DSK es todo un cambio de paradigma a varios niveles:

1)   En la política francesa, donde Strauss-Kahn estaba preparando su vuelta como candidato socialista. DSK es un eximio representante de lo que Tom Wolfe llamaba ‘la izquierda exquisita’, es decir, un millonario socialista, como narra este reportaje de France Soir. Usar trajes de 25.000 euros no es lo mejor para ir de campaña, aunque los portavoces del ex ministro de Economía galo han calificado esas informaciones de falsas y han acusado al Elíseo de Sarkozy de estar detrás de ellas.

Ahora, Strauss-Kahn, el máximo representante del ala centrista del partido, enemigo declarado de la semana de 35 horas defendida por Martine Aubry (la hija de Delors) e impuesta por Lionel Jospin (cuando DSK era, para más inri, ministro de Economía), corre el riesgo de quedar fuera de combate. Y Sarkozy, de eliminar a su rival más temible en las elecciones de 2012. Porque el problema de DSK era ganar las primarias, no las generales;

2)   En la economía mundial. Porque es posible que DSK  sea el último europeo que dirija el Fondo en bastante tiempo. Efectivamente, el FMI es dirigido por un europeo (aunque el único accionista con peso suficiente para ejercer derecho de veto es Estados Unidos) en virtud de un ‘pacto de caballeros’ de hace 60 años, cuando Europa mandaba mucho más que ahora. En la actualidad, con el auge de los mercados emergentes, ese eurocentrismo es indefendible. Y menos si al argumento de la economía política se suma un escándalo sexual, agravado por el hecho de que ninguno de los último cuatro directores del Fondo (el francés Camdessus, el alemán Koehler, el español Rato y ahora DSK, bien por escándalo, bien por entrada en la carrera presidencial francesa) terminó su mandato;

3)   En el FMI. Porque DSK había sacado a esa institución de la irrelevancia y la desmoralización en la que estaba cayendo. Con su buen ojo político (hasta esta noche, evidentemente) Strauss-Kahn se dio cuenta de que la crisis desatada en 2007 con la explosión de la ‘burbuja inmobiliaria’ de EEUU significaba una necesidad mayor de coordinación económica a nivel mundial. Y ahí el FMI tenía la capacidad humana y técnica para jugar un papel central. Así, la institución ha mejorado su coordinación con el G-20 y se ha convertido en casi, casi, el secretariado permanente de ese grupo de países.

Si los miembros del FMI logran una sucesión no traumática el papel de la institución puede consolidarse. Pero ese papel central puede quedar en cuestión si se produce un caos como el de 1999, cuando Camdessus se fue y la histeria alemana por imponer a Caio Koch-Wesser dejó al Fondo en interinidad por seis meses antes de que se acordara un candidato como Horst Koehler, famoso por dirigir el FMI a grito limpio.

Ahora, estos tres presupuestos—el papel central del FMI en la economía mundial, la candidatura socialista a las elecciones francesas de 2012 y un símbolo del peso de Europa en la economía mundial—están a punto de saltar por los aires en una denuncia por violación. Si ésta se confirmara, sería un triste final para DSK, político purasangre que lleva, literalmente, la ambición en las venas

Fuente: El Mundo

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